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Aprender Salud

El duelo: transitar una pérdida

Suele asociarse a la muerte de los seres queridos, aunque también puede significar un momento de cambios en la vida de una persona.

Es un tema del que nos cuesta hablar y al que nos incomoda acercarnos pero que todos hemos tenido que transitar alguna vez. Atravesar un duelo conlleva un trabajo que muchas veces es incómodo o angustiante, implica reacomodarse y reubicar emociones y afectos personales.

En la siguiente entrevista, la Dra. Sonia Kleiman, del Instituto Universitario del Hospital Italiano, nos cuenta sobre la importancia de darle lugar a la tristeza, al dolor que provoca una pérdida. Una nota que puede ayudarnos a reflexionar sobre nuestros duelos y acompañar mejor a familiares y amigos. 

¿Por qué tiene un significado tan negativo el duelo? 
- El proceso de duelo no debería tener siempre una connotación negativa. Tendría que ser experimentado como un tiempo de trabajo que – frente a una pérdida – le hace un lugar a lo emocional, a las penas, a la tristeza.

Muchas veces queda asociado a la depresión, pero eso es algo también cliché. Así como la alegría, es importante que la tristeza y la pena tengan un lugar en nuestra vida. Me parece que están muy denostadas las situaciones que tienen que ver con nuestro lado más emocional, que son parte de la vida de las personas. Los duelos requieren tiempo y actualmente vivimos a un ritmo vertiginoso.

¿Por qué está mal visto sentirse triste o angustiado frente al duelo o la pérdida?
- En este mundo tan consumista y exitista que vivimos parece ser una obligación sentirse bien todo el tiempo y esconder lo que sentimos cuando no es alegría o bienestar. Parece que no hubiera que contar si estás triste, si estás enfermo, no mostrar lo que algunos llaman “vulnerabilidades” o “fragilidades”. Como si eso fuera algo rechazable.

Frente a un duelo hay procesos esperables como la falta de hambre o de sueño, situaciones de las que no hace falta salir sí o sí rápidamente. Son modos de tramitar tanto corporal como emocionalmente. 

Muchas veces nos dicen “dale, dale, ponete contento”, “vamos, salgamos” pero para los que están atravesando ese trabajo de armar nuevos escenarios de vida,  requieren poder penar, un tiempo que no siempre es rápido o igual a como lo viven las personas que amorosamente acompañan. El trabajo de duelo es una experiencia, no hay necesidad de aplacarla o de asustarse.

El duelo requiere de hacerle espacio a la tristeza, pero no desde un lugar melancólico ni fabricado. Si un familiar o ser querido fallece, es lógico que nos sintamos mal.

 

El duelo, ¿es una pérdida?
- Los duelos no se tramitan necesariamente en el momento de la pérdida. Puede ser que aparezca en otra circunstancia, en otros tiempos. La cuestión de las pérdidas es como una versión un tanto melancólica de las teorías. Pareciera que todo en nuestra vida es una pérdida: dejar de tomar la teta, dejar el chupete, los adolescentes abandonando el cuerpo de niños, los hijos dejando el nido vacío cuando se van de casa... Yo creo que no es todo lo mismo, pero suele banalizarse y estereotiparse la pérdida.

Entonces, ¿qué se gana en la pérdida?
- No creo que se gane con las pérdidas. Pero es importante pensar que en la vida transitamos por momentos de cambios o movimientos que a veces requieren procesos que se viven como  pérdidas. Tomas de decisiones laborales, renuncias, separaciones. Es interesante ver cómo se experiencian las nuevas situaciones. Si uno deja de tomar la teta es porque empieza a comer; si los hijos se van de la casa significa que crecieron e incluso uno puede tener más espacio para hacer reformas en ese lugar (risas). 

En los divorcios, el punto de vista está asociado a lo que no pudo ser, al fracaso o catástrofe. Pero, en realidad, todos los procesos tienen la capacidad de ser o de encontrar sus topes, sus límites. Solemos ver su lado más destructivo, pero esto no tiene porqué ser así. De la misma manera que pensamos cómo se construye una pareja, podemos pensar cómo se construye una separación. Si aprendemos a construir una separación, podemos evitar que se convierta en una situación de duelo para la pareja: aceptar los límites, los “techos” puede ser muy beneficioso “para seguir funcionando” y comenzar otros proyectos. 

El duelo es un trabajo, una experiencia que implica re ubicar, re formular, aceptar la pena. Es un periodo que, si no se transita, vuelve a aparecer en otro momento de la vida.

¿Cómo aprendemos a transitar un duelo? 
- Yo creo que no hay que aprender a transitarlo e incluso que no hay una única manera de hacerlo. El duelo es una experiencia frente a una pérdida muy importante o significativa y lo importante es no quedar en ese momento. Hay que atravesar recuerdos, relatos, entre la pena, la rabia, la angustia. A veces, que una persona se vaya de nuestra vida nos deja sentimientos ambivalentes porque, a pesar de lo mucho que la quisiéramos, eso no quiere decir que no hubiera conflictos. 

A veces parece que todo lo vivido fue negativo ¿Qué pasa con los buenos recuerdos que se pierden? 
- Cuando le damos el espacio y el tiempo que requieren, los duelos pueden traernos los momentos compartidos, los recuerdos más agradables que vivimos con nuestras parejas, familiares o amigos. Las parejas suelen pensar que todo lo vivido fue una pérdida de tiempo, pero cuando nos ponemos a pensar, también aparece el “lado B”: cuando se enamoraron, cuando tuvieron hijos, cuando salían juntos. ¿Por qué todo para atrás no valió la pena? Hacer lugar a los momentos conflictivos durante el duelo es tan importante como recordar los chistes, los aromas y los sabores compartidos.

 

¿Qué me está pasando? El duelo en cinco conceptos claves
La Dra. Kleiman enfatiza en situaciones frecuentes de este desafío. 

¿Puedo prepararme? Por mucho que nos preparemos, o que seamos conscientes de que va a suceder, estos acontecimientos siempre son inéditos. Es igual que cuando a uno le preguntan: ¿Qué harías si vienen a robarte? Uno responde sin saber realmente qué va a hacer cuando suceda. Además, algunos duelos requieren de recursos que quizás nosotros no habíamos trabajado o adquirido previamente. Algunas situaciones son importantes como sucesos para nuestra vida porque implican un reacomodamiento de nuestros vínculos, o bien una nueva construcción. Aunque cueste imaginárselo, a veces los llamados duelos, no son tales porque nos reposicionan. Los cambios de circunstancias pueden llevarnos a modificar hábitos en nuestra vida cotidiana que no siempre devienen en problemas.

A veces siento culpa. Este es un legado que arrastramos, sobre todo, de las religiones. Muchas veces hay un sentimiento de culpa por parte del que busca “continuar” con su vida: da culpa olvidar al que se fue, da culpa deshacerse de los recuerdos, de los objetos. En los divorcios sucede algo más complejo porque la culpa se traslada a los chicos y pareciera que todo el problema es lo que van a vivir o dejar de vivir ellos. Pero si los padres saben acompañar, querer y proteger y no se preocupan por inculparse, los chicos van a vivir una vida distinta, sí, pero no por eso tienen que estar mal.

¿En qué fase del duelo tengo que estar?  No creo en este tipo de generalizaciones porque entonces sucede que uno se siente casi obligado a evaluar en qué supuesta etapa está la persona que transita el duelo, y esto no ocurre de forma tan lineal. No todo tiene que ser diagnosticado, sellado, etiquetado. Tal vez una persona no empieza su trabajo de duelo por la negación, sino que necesita darle tiempo y lugar a sus emociones, a explayarse. Sí hay “observables” sobre cómo los pacientes absorben y expresan lo que les sucede, pero no creo en ese “caminito” como obligación.

¿Qué pasa si no lo trabajo? No trabajar sobre las pérdidas o duelos puede generar inhibiciones, dificultades u obstáculos a la hora de emprender nuevos caminos y resolver tareas. Cuando algo queda sin procesar no significa que desaparezca, la mente tiene que hacer un esfuerzo y ocuparse de sostener esa situación que no se tramitó. Eso implica que la mente, el cuerpo, no pueden  ocuparse de otros proyectos, relaciones y se siente que no se puede “avanzar”. No porque algo no se sienta o no se hable, entonces desapareció. 

A veces las parejas que están separándose dicen “vamos a hablar, vamos a hablar” pero no significa que estén escuchándose. Dialogar sobre todo es escuchar al otro y ver que sucede entre ambos en sus diferencias.

A un amigo le pasó, ¿Cómo puedo acompañarlo? Lo importante es no ponerse insistente, sino saber escuchar y acompañar. Muchas veces hay buenas intenciones que conducen por caminos equivocados. Quizás un amigo insiste en salir o hacer alguna actividad pero, quizás no es lo que quiere o siente quien está en esa situación. La tristeza y la pena requieren un espacio. Estos últimos son términos que se fueron subsumiendo en “depresión”, pero estar “bajoneado” es perfectamente esperable. Acompañar es “existir con” él o los otros afectivamente.

Hacer lugar a los momentos conflictivos durante el duelo es tan importante como recordar los chistes, los aromas y los sabores compartidos.

 

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Nota publicada originalmente en la revista Aprender Salud #59 - Julio 2021