chancleta
Aprender Salud

¡Este año revoleo la chancleta!

Retomamos esta conocida frase pensando en la importancia de renovar el calzado para moverse con seguridad y evitar caídas.

Junto a la kinesióloga María Elena Moresco y Anita -su paciente- visitamos la zapatillería de Isabel, buscando alternativas cómodas y consejos prácticos para los adultos. 

Por el equipo editorial de Aprender Salud.
 

Encariñarse con el calzado viejo es algo muy común, a veces da pena deshacerse de una chinela que sentimos cómoda o una zapatilla que nos gusta mucho. Pero después de los 65 años -y mucho más después de los 75- el calzado se convierte en una variable de gran importancia para moverse de forma segura y evitar caídas. 

En notas anteriores mencionamos a la zapatilla como una opción segura y cómoda pero sabemos que no todos se sienten a gusto con su diseño, prefieren modelos más coquetos o frescos para estar en casa. Por ello reunimos el aporte de los especialistas, la perspectiva de una paciente y la mirada de quien vende calzado para personas adultas. Buscando que los lectores adultos y sus familias den importancia a este tema, revisen su calzado y, de ser necesario, salgan a renovarlo en su barrio, revoleen la vieja chancleta...

 

 

Primer paso: ¿cómo saber si lo que tengo es seguro?

“Uno deposita todo el peso del cuerpo en su calzado, no hay que usar cualquier cosa en los pies. Del mismo modo que uno no se subiría a un auto inseguro, poniendo en riesgo la vida propia y la de sus seres queridos”, comienza destacando la kinesióloga María Elena Moresco.

El secreto está debajo, hay que mirar la suela. “Generalmente nosotros les hacemos saber a la gente que debajo del calzado está el secreto, hay que darlo vuelta, mirarlo de abajo para saber si llegó la hora de cambiarlo”, destaca Isabel, experta vendedora del barrio del Almagro.

Porque desde arriba las apariencias pueden engañar, más si uno lo tiene bien cuidado, limpito y presentado. Pero debajo puede estar liso, con agujeros, lo que puede ser muy peligroso. “Esto corre sobre todo para quienes tienen juanete o dedo martillo porque -con el uso- los zapatos se les van amoldando a la forma del pie y lo sienten más cómodos. ¿Pero debajo cómo están?”, completa.

La suela de goma favorece el agarre. “Yo tengo zapatos de vestir muy lindos con suela de taco que los llevé al zapatero para que les ponga un plantín de goma, así no son peligrosos”, señala Anita, quien nos acompañó en la visita y se probó diferentes modelos.

¿Comodidad o seguridad? ¿Calzado abierto o cerrado?

“Un problema frecuente es que muchas personas usan a diario chinelas o pantuflas por la comodidad de no agacharse para ponérselas,se las calzan fácilmente (sin agacharse). Pero no son seguras y alteran la marcha dentro de casa, además no tiene un diseño adecuado, por lo general son duras, tipo tablas ”, explica María Elena.

Buscando opciones cómodas y seguras. Isabel nos dejó probar numerosos modelos y encontramos un modelo de pantufla cerrada y calentita, ideal para estar dentro de casa en los días fríos (ver foto).

 “Chau cordones, yo prefiero el velcro”. Anita no dudó a la hora de elegir y destacó por qué prefiere este calzado para todos los días: “Lo ajustás a tu pie. En cambio el elástico al principio te molesta porque aprieta mucho pero con el tiempo se afloja y lo chancleteás. Y si se te hinchan los pies, el elástico te serrucha. Es mejor un calzado que puedas adaptar”.

“Los hombres también elijen mucho las sandalias de velcro. Los grandes, porque los jóvenes andan en ojotas.” destacó Isabel, como vendedora.

Una aclaración sobre las modernas crocs. En el número anterior de la revista (AS número 31 pág. 10) destacamos este calzado como opción alternativa a una chancleta o pantufla abierta. Pero desde el Servicio de Kinesiología aclararon que: “nosotros no lo indicamos a los adultos mayores por ser demasiado ancho, amplio, permite que el pie 'baile' dentro. Esto puede generar desplazamientos al caminar, contraponiéndose a la indicación de un calzado que contenga al pie. Se puede agravar con la tira posterior, que no mantiene la estabilidad del talón.”

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Agradecemos a Isabel, dueña de la zapatillería de Gascón 527 por su amable participación para esta nota.

Publicado en Aprender Salud - Contenidos Educativos del Hospital Italiano de Bs. As.