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Perspectivas

La Tía Vivi: “Al organizarte tenés más tiempo”

Vivi Lepes decidió sumarse a la revista, aportando sus vivencias en el camino de comer rico y sano, sin pasarse todo el día en la cocina.

Por el equipo editorial de Aprender Salud. Nota publicada originalmente en la revista impresa, edición Diciembre 2012.

Recibir el cuidado, el cariño, de una Tía o un Tío -muchas veces en forma de una mesa servida- es una experiencia enriquecedora de la vida.  Así, cuando Miguel Ángel, lector de la revista, invitó a su vecina Viviana Lepes a participar, nos pareció ideal. En esta Tía, que reune calidez y experiencia en torno a la mesa, un reconocimiento a los saberes, a los cuidados, de estos familiares afectuosos, duendes gigantes, los tíos. 

En una cálida entrevista nos cuenta que desde hace tres años acompaña a su sobrina Narda elaborando recetas en televisión. Que inesperadamente tuvo que aprender a convivir con el reconocimiento de la gente: “Al principio me ponía colorada, en la calle me empezaban a identificar, también acá, en la sala de espera del Hospital. Mi médico, Rubén Vallejos, también me ve y me comenta lo que le gustó del programa”. 

Vivi, ¿cómo comenzó tu historia con la cocina?
-Yo no aprendí yendo a cursos sino porque me gustaba, siendo curiosa desde chica. Me casé, formé una familia con dos hijos, cinco nietos y, con los años, fui ganando experiencia.

Ahora, mi sobrina me dio la posibilidad de estar en la televisión y hasta de escribir un libro. Pero todo lo que sé es similar a lo que sabe cualquier madre o abuela como yo. Al principio me asustó, pero mi marido me tranquilizó diciéndome: “si Narda te llama es porque vas a saber hacerlo” ¡Y salió todo bárbaro!

¿Qué hitos o momentos recordás de la cocina?
-Cuando era chica en Casilda, Santa Fe, recuerdo los tallarines caseros, recién hechos, colgados los domingos. Pero mi mamá y mi abuela no me dejaban cocinar porque tenían miedo de que ensuciara, ellas hacían todo. Cuando me casé pude comenzar y después me tocó ir a vivir a España 14 años, crié a mis hijos allá y conocí un mundo nuevo de sabores. 

Recuerdo que pasaba del otro lado del mostrador en los restaurantes, hablaba con los cocineros y averiguaba las recetas. Ahí conocí mucho la cocina española porque mi familia, que era de origen catalán, me transmitió gran parte de su saber pero cuando llegamos a España me sorprendí: ¡yo no cocino español, ni las lentejas las comemos igual! (risas). Tuve que aprender un montón de recetas que conocía pero que se hacían distintas. 

Mi hija, por ejemplo, me pedía que hiciera el mismo guiso que comía en la escuela -que era algo simple- pero no me salía igual y a ella no le gustaba. ¡Terminé yendo a la a hablar con la cocinera para que me diera la receta!

¿Te gusta tener invitados?
-Es un placer, a mí siempre me gustó recibir gente en casa, poder agasajar a los amigos, la familia... Yo cocino para los demás y es un modo de demostrar el cariño, es un placer, no un trabajo. A veces meto la pata inventando cosas nuevas (risas).

¿Qué ideas te parecen importantes a la hora de recibir en casa?
-Es fundamental que los invitados noten que los estás esperando para recibirlos de la mejor manera: una mesa bien puesta, con cariño y esmero. Otra cosa importante es pensar en sus gustos para elaborar las preparaciones, eso se valora mucho: “Hizo esto que a mí me gusta”. También trato de estar muy atenta a que no falte nada, la bebida, las servilletas, etc. ¡a veces me quedo sin comer! (risas).

¿Qué sucede cuando alguno es vegetariano, tiene diabetes, es hipertenso u ocasionalmente celíaco?
-Mi marido es hipertenso y lo que come una persona con diabetes lo puede comer alguien que no la padezca, lo mismo pasa con los celíacos. Si viene alguien con celiaquía, por ejemplo, cocino en función de eso y todos comemos de la misma preparación. Así nadie se siente mal, porque no hay nada peor que te “dejen afuera” a la hora de comer o que te pregunten “¿Por qué no comés?”

El objetivo es que haya más inclusión...
-Claro, respetando la diversidad de cada uno pero incluyendo al que tiene un “color” diferente. Para mi último cumpleaños, por ejemplo, hice lasagna. Armé dos fuentes bien grandes, una con carne y otra vegetariana y reemplacé la pasta por capas de berenjenas cocidas a la plancha. La salsa de tomate fue la misma para las dos fuentes. Todos comimos lasagna y aunque no era la misma preparación, compartimos la misma comida. Además no le puse sal a nada y ni se dieron cuenta.

La mesa es un lugar muy importante en la casa, donde se reúne toda la familia y se comparte mucho más que la comida.

Con respecto a las compras ¿cómo te organizás para tener tiempo?
-Soy de hacer compras grandes dos veces al mes y mi gran aliado es el freezer. A mí no me gusta pasarme todo el día en la cocina, me encanta disfrutar de la calle, salir con amigas, ir al gimnasio. Hoy en día la mujer tiene otros intereses además de las cosas de la casa y está muy bien que tengamos tiempo para nosotras. Porque si la mujer está de mal humor, ¡está de mal humor todo el mundo! (risas).

Un día lo uso para hacer todas las compras, veo las verduras que están en oferta y elijo. Después limpio, las cocino y guardo todo en porciones en el freezer. Ya está, con trabajar un día me queda tiempo libre, me gusta la cocina pero no me mato tampoco. El secreto es la cantidad, cuando cocino hago de más y guardo. Y a la hora de congelar, separar en porciones.

Vos imaginás todo el proceso entonces; las compras, la comida, el freezer...
-A mí me encanta salir con amigas, ir al cine y eso lleva tiempo. Cuando a uno le dicen que tiene que hacer determinada dieta o cuidarse de la sal, por ejemplo, se te viene el mundo abajo, parece que es más complicado, que lleva más tiempo. La diferencia es que al organizarte con la comida tenés más tiempo para salir y eso te pone de mejor humor, porque cuando uno está angustiado o nervioso, come. 

¿Y cómo beneficia la salud el organizarse?
-Hace que uno, cuando llega cansado y tiene hambre, no tenga que llamar a un delivery o comer siempre fiambre o algo que esté a mano. En cambio, si en un rato del fin de semana compramos, cocinamos y congelamos, después en la semana sólo hay que elegir el menú. Se soluciona mucho el día a día y con la participación de todos.

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